Arquitecto francés de origen suizo que fue, junto a Walter Gropius, el principal protagonista del renacimiento arquitectónico internacional del siglo XX. Además de ser uno de los más grandes renovadores de la arquitectura moderna, fue un incansable agitador cultural, labor que ejerció con pasión a lo largo de toda su vida. Con sus escritos se ganó una merecida fama de polemista y aportó un verdadero caudal de ideas innovadoras que han hecho que su obra influya decisivamente en la arquitectura posterior. Con una formación tan sólo artesanal, construyó su primera casa a los diecisiete años. Aprendió después con los mejores arquitectos de su época: Joseff Hoffmann, Auguste Perret y Peter Behrens. En 1919 fundó con Amadée Ozenfant el purismo, una derivación del cubismo. También había creado una revista, L'Esprit Nouveau, desde la que lanzaba sus proclamas contra la Escuela de Bellas Artes y fustigaba los dictados de una tradición anquilosada y obsoleta. La utopía de Le Corbusier fue crear una nueva realidad urbana, una ciudad que fuera una síntesis entre naturaleza y desarrollo tecnológico. Para ello, arquitectura y urbanismo debían estar perfectamente integrados. Le Corbusier concebía el urbanismo como interacción del espacio de la civilización en el espacio de la naturaleza y su ciudad ideal, proyectada en 1922, está construida en vertical, dejando libres grandes zonas de la superficie del suelo, que se convierten en zonas verdes para discurrir por debajo de los edificios. Éstos se levantan sobre pilotis, dejando las plantas bajas como espacios de libre comunicación. Los tejados, convertidos en jardines, dejan de ser espacios inútiles; las calles son de amplias dimensiones y el tráfico se organiza en grandes vías de circulación rápida, netamente separadas de las zonas para peatones.
Ante el caos de los grandes centros urbanos, incapaces de absorber la imparable aglomeración de vehículos y personas, Le Corbusier soñó una ciudad de rascacielos conectados por jardines y autopistas, pero sus sueños eran sólo de papel y, aunque proyectó decenas de rascacielos, nunca construyó ninguno. En los años veinte, aun tenía que conformarse con la construcción de casas aisladas; una de éstas, que ha pasado a la historia como magnífico ejemplo del racionalismo corbuseriano, es la Ville Savoye (1928-1929, Le Possy), una aplicación de la casa sustentada por pilotis, relacionada con el exterior a través de grandes cristaleras y con los espacios interiores conectados. |